月曜日, 2月 02, 0021

TEORÍA FILOSÓFICA DE LA INMORTALIDAD FÍSICA: El problema del alma

Si en el multiverso hubiera varios o infinitos 'yo', cabría preguntarse sobre el tema del alma. En toda la historia universal de las religiones se ha convenido que a un cuerpo le corresponde una sola alma. Según esto, ¿habría infinitas almas para el mismo individuo, esto es, un alma (que sería la misma) por persona y universo?, ¿o sería una única alma la que habitaría todos esos cuerpos clónicos en los infinitos universos? En mi opinión no tendría sentido una infinidad de almas iguales para un infinito número del mismo cuerpo. Tal vez deberíamos romper con otro esquema inamovible en la historia de la metafísica y postular que el alma no tiene por qué ubicarse 'dentro' de un (solo) cuerpo. La revolucionaria concepción de una infinidad de yoes del mismo individuo en infinitos universos implica un cambio de paradigma que esté a la altura. Siguiendo con la verosimilitud lógica aplicada hasta ahora a esta temática, solo tendría sentido un alma que diera vida a esa infinidad de yoes desde 'fuera' de sus cuerpos, tal vez proyectándose en todos ellos desde una interdimensionalidad. Esto explicaría, al mismo tiempo, por qué el alma es inmortal. Como que no estaría físicamente en un solo cuerpo, al morir uno o varios de ellos (la misma persona en diferentes univesos) ella (el alma) seguiría viviendo en los otros infinitos cuerpos del mismo individuo. Y viceversa, al existir siempre una persona viva en varios o, inclusive, en muchísimos universos, el alma siempre tendría un cuerpo en el que habitar para su hipotética evolución o experiencia vital. Todo esto implicaría y daría lugar a una tercera idea radicalmente subversiva desde el punto de vista teológico, a saber: que el alma no es superior al cuerpo sino que ambos tienen la misma categoría espiritual, pues los dos (materia y espíritu) son inmortales y ambos se necesitan mutuamente de forma totalmente complementaria, cual Ying-Yang, formando un todo completo, es decir, la persona. Esa superioridad, esa autosuficiencia del alma, que no necesita de un cuerpo hasta que decide encarnarse en uno, porque es ella la que da vida a la materia, y la consiguiente visión negativa del cuerpo que se deriva de ello, concebido, ya desde Platón, como prisión del alma, quedaría superada con esta teoría equitativa sujeta a un tipo de relación simbiótica de necesidad recíproca y grado categorial idéntico.

Supone un esfuerzo mental importante imaginar que cuando muramos en la Tierra realmente no moriremos porque estaremos vivos como mínimo en alguna de otro universo, pero podría ser así. Nuestra sensación vital de existir como una identidad con nombre y apellidos y un bagaje existencial determinado que nos hace tener la idea de quién somos es una sensación que, aunque parezca circunscrita a esta existencia, puede estarlo también a las de otros universos, solo que aquellas otras no podemos experimentarlas por una cuestión de supervivencia.
*AGUSTÍ GUISASOLA, en Athanor, enero/febrero 2009

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